viernes

Nota del autor:
Jamás se ha encontrado en el mundo un mapa confeccionado por un pirata que contenga una X que marque su tesoro enterrado.
Los zapatos de la Cenicienta no eran de cristal, sino de un tipo de piel.
El monstruo del Dr. Víctor Frankenstein no era verde ni tenía la cabeza plana y tornillos en el cuello. Estas ideas surgieron del maquillador de los estudios Universal. En la novela de Mary Shelley, Frankenstein no era grandote, torpe, ni caminaba como un zombi o un robot, sino ágil y rápido. Y por supuesto, no se llamaba “Frankenstein”.
Sherlock Holmes no fumaba en pipa. La pipa tan característica tampoco figura en las novelas; no apareció hasta que fue usada en una dramatización de teatro de uno de los relatos en la década de 1920.
Y ni siquiera estamos seguros de la existencia de Shakespeare.
América no se llama así por Américo Vespucio. Hay indicios de que el continente americano debe su nombre a un rico comerciante de origen galés asentado en Bristol, llamado Richard Ameryk.
Los Evangelios no fueron escritos por nadie que haya conocido a Jesús. Y tampoco tenemos ninguna real comprobación de la existencia de este.

Y sobre el infierno... 

                                 Bueno, esta es mi historia. 
                                                                          Diego Vidal

2 comentarios: