viernes

7 

Matthieu fue recibido con un gesto de bienvenida de parte del conserje, pese a que su cara denotaba mucho sueño. Se acercó a la recepción al mismo tiempo en que este tomaba las llaves del casillero. 

-Aquí tiene, señor Phillippe. ¿Quiere que lo despierte a alguna hora en particular? 

Matthieu había visto el pronóstico del tiempo, que decía que iba a estar bueno por la mañana, sin demasiado frío y con sol. Pensó en salir a recorrer temprano el casco antiguo. 

-No, se lo agradezco, pero no hace falta. Pondré la alarma en mi reloj –dijo Matthieu, que llevaba consigo a todos lados su despertador. El conserje forzó una sonrisa.
  
-Que descanse bien entonces. 

“Claro que lo voy a hacer”, pensó Matthieu.  

Pasó al lado del ascensor y enfiló directamente para las escaleras. “Son sólo dos pisos”. 

Miró el cartoncito que acompañaba las llaves: “Habitación 45”. 

“4+5 = 9”, pensó Matthieu, que tenía la costumbre de reducir todos los números al sistema decimal. Era un aficionado a la numerología, la ciencia oculta que se ocupa de establecer una relación entre nuestra vida y la naturaleza. La numerología es actualmente considerada una pseudociencia, al igual que la astrología. No hubiese pensado lo mismo Pitágoras, que creía que los números poseían intrínsecamente un principio activo del cual dependían nuestras posibilidades y facultades.  

“Nueve. Interesante número”,  se dijo Matthieu, mientras continuaba subiendo escalones a la vez que observaba con atención los detalles clásicos de los pasamanos así como también los cuadros en las paredes.    

Dentro de la numerología, el 9 era considerado el número de las grandes realizaciones mentales y espirituales. Simboliza el fin de una fase de desarrollo espiritual y el comienzo de otra fase superior, simbolizado por el paso de las unidades a las decenas. Además, era un número que se regeneraba a sí mismo, ya que la suma de todos los números de un solo dígito daba por resultado el número 9 

 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 + 9
= 45 
= 4 + 5 
= 9

... y a su vez, si multiplicamos 9 por cualquier otro número decimal, luego reducidos y sumados entre sí daba como resultado el número 9. 

9 x 1= 9
9 x 2: 18 = 1 +8 = 9
9 x 3: 27 = 2 +7 = 9
9 x 4: 36 = 3 +6 = 9
9 x 5: 45 = 4 +5 = 9
9 x 6: 54 = 5 +4 = 9
9 x 7: 63 = 6 +3 = 9
9 x 8: 72 = 7 +2 = 9
9 x 9: 81 = 8 +1 = 9

Es por eso que los pitagóricos decían que era el número del narcisismo, ya que siempre volvía a él.  

Matthieu llegó a la puerta de su habitación. Introdujo su llave y esta se abrió. En un sillón, al costado de la ventana, dejó su bolso. Tomó su reloj despertador, y sin mirar la hora, llevó la aguja hacia el 9. Se quitó su saco y sus zapatos, y los dejó en una silla, junto con su pantalón y su camisa. Se dejó caer en la cama y cerró los ojos. Había sido un día hermoso, pero agotador al mismo tiempo. Cuando estaba a punto de dejar la vigilia para comenzar a transitar el sueño, se acordó de que había dejado la ventana abierta. Entonces se levantó y se dirigió hacia ella.    
  
***  

  Patrick observó por sus binoculares una habitación del segundo piso que cobraba vida. El sujeto había entrado. El grado binocular le decía que se encontraba a 70 yardas de distancia. Calculó la elevación. Calibró nuevamente y esperó en silencio. Momentos después el sujeto se aproximó a la ventana. Patrick se dispuso a gatillar.  


En el instante en el que se aprestaba a disparar sintió que algo vibraba. Su celular.

“¡¡Maldición!!”

El auricular manos libres se activó en su oreja izquierda. 

-¿Me oyes? 

-¿Robert? –contestó Patrick -. Qué importuno eres. 

-¿Has terminado con el objetivo? –preguntó Robert–. Su voz se notaba tensa.    
-Si no me hubieras llamado es muy probable que sí. 

Entonces se escuchó un suspiro de alivio del otro lado de la línea. 

-Pat, hay un cambio de planes. Escúchame con atención.

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