“Los pecados que gritan venganza ante Dios son oprimir a los
pobres, robarles a los obreros su salario”. Roma será una
verdadera comunidad cristiana si honra a Dios, no sólo con la
afluencia de los fieles a las iglesias, no sólo con una vida privada
vivida con templanza, sino también con el amor por los pobres. Estos
son los verdaderos tesoros de la Iglesia; quien pueda, pues, debe
ayudarlos para tener y ser más sin ser humillados y ofendidos con
riquezas ostentadas, con dinero derrochado en cosas inútiles y no
invertido en empresas de interés común”.
“Jamás tenemos por qué temer anunciar
todas las exigencias de la palabra de Dios, pues Cristo está con
nosotros y nos dice hoy como antes: “El que a vosotros oye, a mí
me oye”.
Juan Pablo I, Basílica de San Juan de Letrán, 23 de
septiembre de 1978. A los treinta y tres días de haber asumido como
Sumo Pontífice y tan sólo cinco días después de haber pronunciado
este discurso, falleció misteriosamente. Muchos afirman que fue
envenenado. La Iglesia prohibió que se practicase una autopsia. El
caso hoy continúa siendo un misterio.
Gracias por compartir esto Diego, no sabía de esto sinceramente.Un abrazo.
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